Uno de los 48 «empleados» de la Legislatura bonaerense, involucrado en el causa «Chococard», acusó a Facundo y Claudio Albini. Cobrará $500.000.
Hugo Roldán
El Federal Noticias
BUENOS AIRES.- El tercer día de noviembre, se «despide» con novedades judiciales. Uno de los titulares de las 48 tarjetas de débito, que encontraron en poder de Julio “Chocolate” Rigau, se presentó como “ñoqui” y afirmó que nunca trabajó, pero que “cobraba cero guita“.
“Directamente me ofrecieron obra social y jubilación, a cambio de entregar la tarjeta (de débito), que nunca manejé yo”, alegó. Según declaró, aceptó el puesto por necesidad y señaló a Claudio y Facundo Albini (padre e hijo), como responsables de la situación. La Fiscal del caso, Betina Lacki, que estimó la defraudación en $800 millones, ya tenía bajo la lupa a los Albini por su presunta participación en la supuesta maniobra criminal.
Claudio Albini, con una estrecha relación con Sergio Massa, se desempeñó por años como director del área de Personal de la Legislatura bonaerense. Por su parte, Facundo entró en la Cámara de Diputados provincial a los 18 años, donde ascendió hasta convertirse en director de Control y Gestión de Secretaría Administrativa, antes de ser electo concejal en La Plata, en 2019, por el Frente Renovador. Hoy es apoderado de Unión por la Patria a nivel provincial.
“Yo tengo trabajo por las mías”….“Lo que necesitaba era tener IOMA y sumar años para algún día jubilarme; ya estoy grande, ¿sabe? Y los Albini me ofrecieron eso”, comentó, en dialogo con periodistas.
“Nunca imaginé todo lo que pasó después”, confesó. “Tras la detención del tipo ese [por Rigau], me llamó una abogada para decirme qué tenía que declarar en tribunales”, dijo. Según detalla, este llamado ocurrió el mes pasado pero se niega a dar el nombre de esa mujer que habría orquestado el presunto encubrimiento de un delito.
“Desde que estalló el quilombo tengo que ir a la Legislatura una hora, todos los días, por las tardes, a poner la cara”, reveló y detalló que, sin embargo, no tiene oficina, computadora, escritorio o siquiera silla. “A veces estoy ahí un rato, parado en un pasillo, con el teléfono”, describió.
Ahora, el “ñoqui”, involucrado en el hecho delictivo, resultó “beneficiado”. “Por primera vez voy a cobrar yo el salario”, contó. Y agregó: “Me dijeron que lo gaste como yo quiera”. Este salario son más de $500.000 por mes, de bolsillo, de las arcas públicas.