El juicio desnudó otros aspectos de cómo se maneja el poder en Tucumán. La investigación por peculado de servicio preocupa al oficialismo tucumano.

TUCUMAN.- José Alperovich siempre se creyó invencible e inmortal. Durante 12 años tuvo a Tucumán en un puño: manejó el Poder Ejecutivo como su propia empresa, el Legislativo como su escribanía y el Poder Judicial como partícipe necesario para garantizar su impunidad.
Pero si hasta Superman tiene su punto débil, la criptonita, Alperovich también desnudó su fragilidad y pasó sus primeras dos noches en prisión, condenado por la violación de su sobrina y secretaria privada.
Alperovich siempre estuvo atento al plano judicial. Tanto es así que apenas asumió la gobernación en 2003 derogó el Consejo Asesor de la Magistratura (CAM), luego acordó con el entonces presidente de la Corte Suprema de la Provincia, Alfredo Carlos Dato, que los jueces y fiscales locales podrían jubilarse con el 82 por ciento móvil como los integrantes de la Justicia Federal. Esto provocó una avalancha de jubilaciones que luego Alperovich cubrió a dedo.
A cambio, Dato fue electo diputado nacional por el oficialismo.
Con la reforma constitucional de 2006 Alperovich volvió a instaurar el CAM para la selección de jueces pero mantuvo la potestad de elegir al juez o fiscal de su gusto, a pesar de que otros candidatos lograran mejores órdenes de méritos en los concursos, como el caso de Carlos López que se cansó de ganar concursos y nunca lo ascendieron.
Por eso cobra más relevancia que el juicio se haya realizado en Buenos Aires. La víctima había denunciado en noviembre de 2019 en Tucumán y en Buenos Aires al entonces senador Alperovich por abuso sexual. La burocracia judicial dispuso que la investigación se realizara por el peligro de impunidad que rondaba en el jardín de la república.
Hasta el final del juicio intentó embarrar la cancha con el argumento de que se trataba de una maniobra política y económica para perjudicarlo.
Alperovich se aferró a dos ilusiones para garantizarse su impunidad. Por un lado, la inclinación kirchnerista del juez Juan Ramos Padilla y por otro lado, su defensa estaba a cargo del estudio de Mariano Cúneo Libarona, actual ministro de Justicia de la Nación. Hasta antes del veredicto podría decirse que tenía llegada política por derecha y por izquierda para conseguir su absolución.
Pero lo cierto que el Alperovich todopoderoso ya había perdido su capital político en las elecciones provinciales de 2019 cuando quiso regresar a la gobernación y perdió contra su delfín, Juan Manzur. En aquellos comicios se le dio vuelta gran parte del peronismo y terminó cómodo en cuarto lugar. La denuncia que lo llevaría a prisión recién llegó a fines de ese año, cuando la derrota ya estaba consumada.
El juicio desnudó otros aspectos de cómo se maneja el poder en Tucumán. El juez Ramos Padilla solicitó que se investigue a Regino Amado, ministro de Gobierno en 2019 y ahora, por peculado de servicio. Esto es porque la víctima tenía un sueldo del Estado pero prestaba servicios para Alperovich y porque el ex senador usaba el avión provincial para trasladarse a Buenos Aires las veces que quería. Pero esa es otra película que recién está por comenzar.
Alperovich, sin la billetera oficial, ya no seducía al peronismo. Y en la soledad del llano enfrentó un juicio que le cambió el resto de su vida. El poder es efímero y Alperovich nunca lo entendió. Siempre se creyó invencible.