Paso obligado para conectar la zona sur de la provincia de Chubut con una historia que lo convierte en un lugar que vale la pena visitar, de paso como tantos que lo han hecho desde hace más de 80 años.
Doña Trudi, Gertudris Bhöme de Prieto, vivió en Los Tamariscos hasta mediados de febrero del año 2013 cuando falleció. Se dedicó a atesorar recuerdos y objetos en lo que se convertiría en un Museo con estilo informal casi casero, pero con un bagaje de historias que el tiempo hará trascender.
Trudi y Los Tamariscos se hicieron conocidos de personas de todas las épocas y destinos del mundo sin moverse del paraje que los supo albergar.
Una página en la bitácora de viaje de turistas, camioneros, pasajeros, andariegos, escritores, hacedores culturales, fotógrafos que supieron del lugar, sus sabores y anécdotas.
“Antes cuando el vehículo era el carro y los caminos eran malos, la gente se tenía que quedar sí o sí”, contaba Doña Trudi.
Además las reuniones familiares en los campos vecinos eran frecuentes y también eran el momento más esperado. “Antes de acá, para Sarmiento estaba ese boliche que está en la subida, Los Manantiales, después más adelante el que dice Las Pulgas, y también había otros en Nueva Lubeka, así que había cuatro boliches.
Hoy hasta los camiones son ligeros. Otro motivo es porque los campos se han despoblado. Antes había muchos campos chicos y mucha gente. Antes en cada uno había una familia, ahora no hay nada”.
En esa nada, ella y su familia han permitido contar historias a otros, vivir una aventura para los propios, atender un boliche con algo calentito para brindar, un espacio cultural para el encuentro virtual, un horizonte para continuar.
El Museo puede visitarse, hoy en manos de Liliana Prieto que continúa la tarea. Ahora, con punto de wi fi y más conectada, pero en la misma soledad acompañada por quienes recorren el camino y permiten que Los Tamariscos siga siendo un lugar en el mundo.
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