El asesinato de Carlos Argüelles, que declaró contra el narcotraficante Esteban Lindor Alvarado, fue el más resonante de una ola de violencia que preocupa.

Carlos Argüelles, históricamente vinculado al «Capo Narco» Esteban Lindor Alvarado por procesar sus autos gemelos para cometer ilícitos y convertido en arrepentido ante la Justicia, falleció tras recibir dos tiros en la cabeza y uno en el pecho frente a su hijo en las inmediaciones de su taller de la zona oeste de Rosario.
No fue el único hecho de sangre, en las últimas 24 horas en el Gran Rosario: hubo otros 4 muertos y una balacera que terminó con un niño de 4 años herido.
Por el homicidio de Argüelles hubo cuatro detenidos (tres hombres y una mujer) que cayeron a bordo de un Volkswagen Fox con una bomba molotov con la que presuntamente buscaban incendiar el auto con el que (presuntamente) habían atacado a Argüelles. El mecánico se había rehusado a ser testigo protegido y sólo tenía custodia en su casa, no en su trabajo.
Argüelles fue la primera víctima de un baño de sangre que tiñó a Rosario y a Villa Gobernador Gálvez, que integra el mismo departamento.
Cuando caía la tarde del lunes, a las 19:40, en una playa de estacionamiento en el cruce de Mendoza y la colectora Juan Manuel de Rosas, Damián Rodríguez, del barrio 7 de Septiembre, fue encontrado asesinado a balazos en medio de un patrullaje de la Comisaría N°22, de acuerdo a la información policial. El caso quedó a cargo de la Fiscalía de Homicidios Dolosos.
A las 22:15, la Policía provincial encontró otro cadáver luego de una alerta al 911. El cuerpo de la tercera víctima del lunes sangriento fue hallado en la esquina de Manantiales y Pasaje 1801. La moto de la víctima estaba en tirada en una calle de tierra: había 12 vainas servidas en el suelo.
Una hora después, a las 23:17, la Policía de Villa Gobernador Gálvez, fue alertada a través del 911 de otro hecho de violencia. Fue en Mármol al 2900, un tiroteo en un supuesto robo en el barrio Fonavi. El cuerpo de Federico Rampello, de 25 años, fue identificado por su ex pareja de 19 años. La víctima tenía causas previas por violencia de género contra la misma ex novia que reconoció su cadáver, secuestro de arma de fuego y otra por andar en una moto con pedido de captura.
Cuarenta y tres minutos después del alerta por la cuarta víctima, en Bielsa al 6000, de nuevo en Rosario, y al filo de la medianoche, un nene de 4 años fue baleado por sicarios frente a su padre: los testigos indicaron que dispararon desde una moto más de 20 veces, y que uno de los tiradores llegó a entrar al lugar. El chico recibió balazos en ambos brazos y fue trasladado por su padre a un hospital cercano.
Esas víctimas no fueron las únicas de una jornada sangrienta: otro hombre que había sido baleado el pasado 25 de agosto por dos hombres que circulaban en una moto, y se encontraba internados por las heridas recibidas. Falleció en horas de la tarde.
Quienes conocen la escena del crimen en Rosario hablan de un clima particularmente revuelto por dos motivos. Uno es la ola de traslados de capos detenidos en el penal de Piñero a dependencias del Servicio Penitenciario Federal (entre ellos Lindor Alvarado).
El otro motivo del que se habla son los procesos penales de otro nivel, causas de «guantes blancos» por lavado de activos que generaron rumores y preocupaciones en la City rosarina que involucran a figuras de poder, entre ellas el ex fiscal Gustavo Ponce Asahad.
Este martes al mediodía se sumó un nuevo crimen. Fue en el cruce de la avenida Pellegrini y Teniente Agneta donde hallaron a un hombre asesinado. Alrededor de su cuerpo había varias vainas servidas.