El Gobierno provincial continúa con los operativos de asistencia, a la espera de que las condiciones meteorológicas mejoren para restablecer el acceso terrestre y reforzar la ayuda humanitaria en la región.

La situación en el Chaco salteño se torna crítica debido a la persistente lluvia que, desde hace más de una semana, afecta a distintos parajes del departamento Rivadavia. El desborde del río Bermejo y sus afluentes dejó aislados a numerosas familias indígenas y criollas.
El gobernador Gustavo Sáenz encabezó ayer un operativo de emergencia desde Coronel Juan Solá (Morillo), con el objetivo de coordinar la ayuda a los damnificados. Sin embargo, el panorama fue complejo, ya que quedó aislado junto a su equipo por la crecida del río.
Los parajes San Felipe, La Esperanza, El Pañuelo, El Cocal, El Chañaral, entre otros, se encuentran anegados. En San Felipe, el agua superó los cuatro metros, dejando casas completamente bajo el agua. En tanto, en La Esperanza, unas 70 personas -wichís y criollos- quedaron varadas sin posibilidad de acceso a alimentos ni medicamentos.
El corte de la ruta 13 dejó incomunicadas a las zonas más afectadas, impidiendo la llegada de vehículos con ayuda. En Rivadavia Banda Sur, las calles están convertidas en barro espeso e intransitable, mientras que en los parajes rurales solo se puede salir mediante embarcaciones improvisadas.
«La gente cruza en canoas buscando comida o remedios. Son los propios pobladores los que se ayudan entre sí», contó un vecino de La Esperanza a ElTribuno. En muchos casos, los criollos se resisten a abandonar sus tierras, donde dejaron animales, herramientas y medios de subsistencia.
El ministro de Desarrollo Social, Mario Mimessi, reconoció la dificultad para llegar a todos los puntos afectados debido a la geografía y las inclemencias climáticas. «El esfuerzo por asistir a cada comunidad es constante, pero la lluvia no cesa y hay factores que no podemos manejar», sostuvo.