Cuáles fueron los aciertos del líder libertario en la campaña y los errores del oficialismo que le permitieron a Javier Milei convertirse en presidente electo de la Argentina.

Javier Milei empezó su meteórica carrera en un set de televisión, como panelista de un programa. Llegó allí impulsado por el empresario Eduardo Eurnekian, para quien trabajaba como asesor económico.
En 2021 fue su primera competencia electoral y llegó a la Cámara de Diputados, desde donde empezó a construir su sueño presidencial, ayudado por el oficialismo que lo utilizó como una herramienta para dividir a Juntos por el Cambio. Con el diario del lunes, para el oficialismo fue un bumerán el haber colaborado con la instalación nacional de Milei.
¿Para qué el oficialismo impulsaría a Milei? La pésima gestión económica del gobierno nacional de Alberto Fernández, sumado a escándalos públicos como el vacunatorio VIP o la fiesta de cumpleaños en Olivos mientras todo el país estaba encerrado como consecuencia de una cuarentena absurda, complicaban el escenario reeleccionista del Frente de Todos. Había que dividir los votos opositores entre Juntos por el Cambio y los libertarios para poder soñar con un triunfo electoral.
Con el envión oficialista, incorporó jóvenes que le dieron el sustento a su triunfo electoral. Jóvenes que se involucraron en política de la mano de «un loco», pero que sintetizaba todo lo contrario a la política tradicional. De hecho, una de las virtudes de Milei fue no caer en la tentación de ser políticamente correcto y continuar su camino disruptivo. El discurso anti casta, anti privilegios y la dolarización -aunque sea difícil aplicarla- fueron la carnada ideal para pescar en un electorado asqueado de la política tradicional.
Uno de los errores de campaña del massismo fue machacar con la dictadura, debido a que Victoria Villarroel, la compañera de fórmula de Milei, es una activa militante pro militares y anti grupos guerrilleros. A 40 años del retorno de la democracia, los jóvenes están más preocupados por el presente y el futuro que por el debate de lo que ocurrió entre 1976 y 1983. La polémica reivindicación de Milei a Margaret Thatcher, la primera ministra británica que comandó el desembarco inglés en las Islas Malvinas, tampoco perforó al ejército de jóvenes que acompañaron a Milei.
Es un fenómeno raro el de Milei. Ganó un balotaje sin tener gobernadores, intendentes, apenas un puñado de diputados y senadores nacionales, es decir, sin músculo político. Una campaña austera, no pegó afiches. Basó su campaña en un ejército que lideró las redes sociales y entrevistas en medios nacionales. Sin dudas será un caso para estudio. De esa forma, Milei se convirtió en el presidente menos pensado.