Los comienzos
De muy joven, su rendimiento académico era malo. Había probado trabajar de muchas cosas. Desde guardavidas hasta empleado en una estación de servicio. Alguien le dijo que podía aprovechar su más de metro noventa de estatura y su cara de rasgos definidos para hacerse un lugar en el mundo de la actuación. Los primeros intentos fueron fallidos. Apenas farfullaba y mostraba una rigidez de movimientos casi insalvable. pero alguien confió en él, en su aspecto físico, y en 1954 consiguió un contrato en Universal. 75 dólares por semana para estar listo para el (siempre pequeño) papel en que lo requirieran.
Unos años después llegó el primer golpe de suerte. En 1958 consiguió el protagónico en una serie de televisión, Rawhide, que estuvo varias temporadas en el aire con un buen rating. Hasta que recibió una propuesta que la que cambiaría la vida. Después de que varios actores norteamericanos rechazaran el papel, Clint aceptó protagonizar a un cowboy duro en una película italiana.
La apuesta era improbable. El género estaba agonizando. De todos los géneros clásicos de Hollywood es probable que por esos años el western haya sido el que menos vigencia tenía. Era una época pasada. En esa película todos los elementos hacían pensar en una derrota anticipada. Un western filmado en la España de Franco dirigido por un italiano desconocido casi sin actores conocidos. El productor, mientras trataba de juntar algunos pesos para pagar el hotel, trataba de seducir financistas explicando que estaban filmando un western con reparto internacional. El único problema era que a esos actores internacionales nadie los conocía.
Por un puñado de dólares se convirtió en un éxito impensado en Italia. No fue el primer Spaghetti Western. Antes hubo al menos una docena pero todos fueron un fracaso. Luego del éxito de esta película y de las otras dos que completan la trilogía, se filmaron cientos de ellos. El hombre sin nombre de la Trilogía del Dólar (Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El bueno, el Malo y el Feo) cambió todo para muchos de los que participaron en ella. Para Sergio Leone, para Ennio Morricone y, naturalmente, para Clint Eastwood. Ese hombre parco, de mirada afilada, barba crecida, cigarrillo en boca -Eastwood no fumaba- y poncho al hombro se convirtió en unos de los personajes más importantes de la historia del cine.
La carrera del actor, que tardó en arrancar, se disparó para ya no parar. A principios de los setenta apareció Harry Callahan, Harry el Sucio, otro duro pero en otro ambiente que también animaría una saga. Eastwood con su reciedumbre, con su mínima efusión, con las palabras que salían arrastradas de su boca, se había convertido en poco tiempo en uno de los héroes de acción de Hollywood. Pero sus inquietudes eran otras. No sólo pretendía liderar la taquilla. Ya cuando actuaba en Rawhide había intentado que lo dejaran dirigir algunos capítulos. Su oportunidad llegó en 1971. Tuvo un sólido debut cinematográfico con Play misty for me. Después alternaría películas en las que sólo era el protagonista con aquellas que dirigía. Muchas veces consiguió que los estudios le financiaran sus películas más personales a través de un acuerdo en el que establecían que él actuaba en las películas de acción o hasta en las comedias.
El director
La consagración como director llegó en 1992 con Los Imperdonables, ese western incómodo que ganó varios Oscars. A partir de ese momento Eastwood fue considerado más un director que un actor. Con su perseverancia, con su talento y con el manejo firme de su oficio logró que el público se olvidara de una carrera repleta de éxitos y aprendiera a mirarlo de otra manera. Sin embargo antes de Los Imperdonables la filmografía de Eastwood ostentaba varias obras maestras (o al menos grandes películas): El Jinete Pálido, Bird, El Fugitivo Josey Wales, Bronco Billy o Corazón Blanco, Corazón Negro, entre otras.
Luego vendría otro Oscar por One Million Dollar Baby y otras películas superiores a esas que como suele suceder no fueron premiadas: Un Mundo Perfecto, Sully, Los Puentes de Madison, Cartas de Iwo Jima, Gran Torino o la reciente Richard Jewell.
Su vida privada
Sin embargo, una de las facetas más oscuras es la de su vida sentimental. Sus ex parejas lo describen como un seductor compulsivo que tuvo cientos de romances y alguien poco considerado con sus compañeras, tanto en los rodajes como en la vida real.
Su pareja durante 14 años, la actriz Sondra Locke, lo describió en su autobiografía como «un monstruo que puede destruir lo que no le conviene». Frances Fisher, con quien estuvo casado varios años, tampoco habla bien de él. Su última relación, la periodista Dina Ruiz, 35 años menor que él y a quien conoció en una entrevista, también se sumó a las quejas.
Debido a la cantidad de hijos que tuvo con distintas mujeres y a otros no reconocidos que generaron problemas legales con sus identidades, Eastwood revisa constantemente su testamento.
La política
Desde 1986 hasta 1988 el actor fue alcalde de Carmel by the sea, el pueblo de 4000 habitantes que se encuentra a 180 kilómetros de San Francisco, en plena costa californiana. En aquel entonces fue electo con el 72% de los votos y no cobró más de 200 dólares mensuales durante todo el mandato.
En su gestión Eastwood impulsó normas para beneficiar a los pequeños negocios y mejorar la economía local. Una de sus medidas más recordadas fue la de revocar una ley que prohibía vender y comer helado en la calle.
Además, se le atribuyó la construcción de varias obras de infraestructura balnearia, como las escaleras que conducen a la playa de Carmel, la finalización de un camino público que recorre los acantilados y la ampliación de la biblioteca pública.
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