A poco más de 70 días de abandonar la Municipalidad tras perder por paliza las elecciones del 14 de mayo, la intendenta de Capital se mostró desorientada en la reunión de Gabinete y quedó en soledad.

Después de ausentarse de la novena, el triduo y la procesión en Honor al Señor y la Virgen del Milagro, la intendenta saliente Bettina Romero regresó de su viaje por el viejo continente y convocó a parte de su gabinete para encaminar sus últimos tres meses de gestión pero se mostró desorbitada, sobresaltada y furiosa.
Indignada por la séptima semana de protesta de la Unión de Trabajadores Municipales, cargó contra el sindicalismo. “Estamos muy orgullosos por la labor y el compromiso de los empleados municipales, que eligen no ser rehenes de muchos sindicalistas que fomentan el caos y solo quieren aprovechar estos momentos de turbulencia del país para perjudicar a la ciudadanía”, destacó Bettina Romero en la reunión de Gabinete que brilló más por las ausencias que las presencias.
Del encuentro no se enteró gran parte del Gabinete, lo que generó irritación porque la saliente jefa comunal destacó que estuvo “su equipo”. El desacierto provocó la presentación de varias renuncias.
Para evitar una crisis mayor, mandó a gestionar la continuidad del gabinete obviado, pero su amiga, mano derecha y la única funcionaria propia, Agustina Gallo, decidió que su apartamiento de la Jefatura de Gabinete era “indeclinable”. El grosero desaire era insalvable. La relación está rota, tal vez para siempre.
