La Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR) declaró dos días de duelo institucional () por el fallecimiento de la madre de su rectora, Dra. Natalia Álbarez Gómez, medida que incluye la suspensión total de las actividades académicas y administrativas en todas sus sedes. El gesto humano es comprensible y solidario; sin embargo, la decisión abre interrogantes sobre la adecuación protocolar y legal de este tipo de disposiciones dentro del ámbito universitario estatal.
Jorge Brizuela Cáceres
El Federal Noticias


Un duelo que excede el marco personal
El comunicado institucional, replicado por distintos medios locales, informa la suspensión total de actividades por 48 horas corridas (que por imperio de las circunstancias terminaron siendo72 horas), en homenaje y acompañamiento a la titular del Rectorado. La medida fue apoyada en redes por sectores afines a la gestión, aunque generó sorpresa y críticas dentro de la comunidad universitaria, que advierte que no se trata de una práctica habitual cuando el fallecimiento corresponde a familiares directos de una autoridad.
Qué dice el ceremonial del Estado
El Decreto N.º 2072/93 regula el ceremonial y la precedencia protocolar en el ámbito del Estado Nacional. Allí se establece que los duelos institucionales se declaran en casos que afectan a funcionarios en ejercicio, expresidentes, miembros de los poderes del Estado o personal de relevancia pública. No contempla, en cambio, la suspensión de actividades por el fallecimiento de familiares de una autoridad.
Autonomía no es discrecionalidad
La Ley de Educación Superior N.º 24.521 otorga autonomía a las universidades nacionales, pero esta no equivale a discrecionalidad absoluta. Cada acto administrativo debe respetar los principios de legalidad, razonabilidad y continuidad del servicio público, tal como dispone la Ley N.º 19.549 de Procedimientos Administrativos.
En otras palabras, las universidades pueden definir su propio calendario o declarar jornadas de duelo, pero deben hacerlo mediante acto administrativo formal y debidamente fundado, especialmente si la medida implica paralizar toda la actividad institucional durante varios días hábiles.
Qué hacen otras universidades nacionales
Un relevamiento muestra que las universidades nacionales más antiguas —como la de La Plata (UNLP), Córdoba (UNC), Cuyo (UNCuyo) o Río Cuarto (UNRC)— suelen declarar duelos institucionales de uno o dos días solo cuando fallecen miembros de la comunidad universitaria (docentes, estudiantes o autoridades). En esos casos, la suspensión de actividades es parcial o simbólica, acompañada por el izamiento de la bandera a media asta o minutos de silencio en actos públicos.
No existen precedentes recientes de suspensión total por fallecimientos de familiares directos de autoridades en ejercicio.
Empatía y ejemplo
El dolor personal de la rectora Álvarez Gómez es innegable y merece el respeto de toda la comunidad universitaria. Pero el acto de gobierno universitario —aunque motivado por la empatía— debe medirse también bajo los estándares de transparencia, formalidad y proporcionalidad. La universidad pública es un servicio esencial del Estado; y su paralización, por razones personales, debe tener una justificación formal y documentada.
En este caso, el comunicado no hace referencia a resolución administrativa ni número de expediente, por lo que, desde el punto de vista del ceremonial estatal, se trataría de una disposición anómala: comprensible en lo humano, pero débil en su forma y en su adecuación institucional.
Un cierre necesario
La muerte de un ser querido nos iguala a todos. El gesto de acompañamiento institucional puede y debe expresarse, pero sin desdibujar los límites entre lo público y lo privado. El desafío para la conducción universitaria es encontrar el equilibrio entre el respeto y el cumplimiento del deber público.
La UNLaR atraviesa, así, un momento sensible donde la solidaridad personal y el rigor institucional parecen haber entrado en tensión. Más allá del duelo, lo que se debate es algo más profundo: cómo se ejerce el poder y el ejemplo en una universidad que se debe a todos los riojanos.
Último momento: pedido de disculpas.
Este miércoles 15 por la noche la rectora pidió disculpas por el accionar, pero no resolvió la situación, y disimuladamente echó la culpa a sus «colaboradores».-
