
Hasta ahora la caída del precio del barril de petróleo crudo trajo mucha preocupación y una caída, no sólo en la economía doméstica, sino en la macro economía también porque esto afecta claramente en las regalías. Y es que el eje principal de las economías provinciales giran alrededor del precio del crudo.
El panorama era bastante incierto con la caída abrupta del precio internacional, acrecentado por bajo consumo, en comparación de las épocas normales, debido a la pandemia de coronavirus que los obliga a casi todos a mantenerse encerrados en sus hogares prescindiendo de los combustibles.
En las últimas horas el Presidente Alberto Fernández firmó el Decreto 448/2020 por el que estableció el precio del barril de petroleo en U$S 45, creando así el «barril criollo» por encima del precio internacional. Será el valor al que deberán pagar el crudo los refinadores locales.
El barril de petroleo BRENT cuesta 31 dólares, pero se liquidarán en nuestro país a 45, lo que hace una diferencia de 14 dólares que será el extra que va a recibir la provincia por cada barril que exporte.
Las entregas de petróleo crudo que se efectúen en el mercado local deberán ser facturadas por las empresas productoras y pagadas por las empresas refinadoras , tomando como referencia para el crudo tipo Medanito el precio de U$S 45 por barril hasta el 31 de diciembre del 2020.
En el artículo 2° del decretó figura que las empresas productoras deberán sostener los niveles de actividad y/o de producción registrados durante el año 2019, tomando en consideración la situación actual de contracción de la demanda local e internacional, tanto del petróleo crudo como de sus derivados, producto de los efectos de la pandemia de COVID-19, siempre dentro de los parámetros de explotación adecuada y económica previstos en el artículo 31 de la Ley N° 17.319, de conformidad con la reglamentación que al efecto se establezca.

Ahora queda en las empresas el compromiso de poder mantener el nivel de productividad que mantenían hasta diciembre de 2019, siempre teniendo en cuenta el bajo consumo actual, y las restricciones que se tienen a la hora de llevar adelante los protocolos para prevenir el COVID-19.
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