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La sangre de San Genaro -que se custodia en una capilla de la Catedral de Nápoles, en Italia, desde 1497- no se licuó esta vez y muchos habitantes de la ciudad sureña de aquel país comenzaron a presagiar que lo peor estaba por ocurrir. Otros, en cambio, creen que el mal augurio ya se cumplió: la muerte de Diego Armando Maradona, la otra deidad local que pasó a la eternidad el 25 de noviembre pasado.
La sangre de San Genaro, que se conserva sólida en un relicario, se suele licuar tres veces al año: el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre (fiesta del patrono napolitano) y el 16 de diciembre, en memoria del milagro producido por la intercesión del santo que evitó una catástrofe tras la erupción del volcán Vesubio en 1631.
El abad de la Capilla de San Genaro, Vincenzo De Gregorio, comentó ante los presentes que de las tres fechas en que se suele licuar la sangre, el 16 de diciembre es cuando con más frecuencia no se produce el milagro, de acuerdo a la agencia de noticias ACI Prensa.
“El 16 de diciembre normalmente es así, no se licúa al momento. Incluso, con retraso, se puede licuar en la jornada siguiente. Hace 2 años se produjo a las 17 de la tarde se licuó. Por lo tanto, no sabemos lo que sucederá. En este momento, como podéis ver, está absolutamente sólido, no da ninguna señal, no hay ni una gota que se pueda ver que baje. Se ve clarísimo. Esperemos con confianza el signo”, dijo De Gregorio.
La licuefacción de la sangre de San Genaro es un fenómeno inexplicable. En diciembre de 2016 el prodigio tampoco se produjo, y en 2018 se licuó con varias horas de retraso. Otras veces, se puede licuar incluso fuera de las fechas indicadas. El mismo papa Francisco fue testigo del inexplicable fenómeno en marzo de 2015. En aquella ocasión, la sangre se licuó delante de la mirada del mismo Pontífice.
Se trata de un hecho extraordinario que también se produjo en 1848 delante del Papa Pío IX. El milagro, en cambio, no sucedió durante las visitas de Juan Pablo II en 1979, ni de Benedicto XVI en 2007. Sin embargo, ahora los napolitanos consideran que podría tratarse de un mal augurio, en un año en que no sólo lamentaron la muerte de su ídolo máximo deportivo, sino que también vieron morir a muchos a causa de la pandemia del COVID-19, cuyo brotes vuelven a golpear a la península. Campania, la región de la cual es capital, registró 2.472 muertes por coronavirus, mucho menos que el resto de Italia.
El diario Il Mattino fue drástico: “Nápoles tiene miedo”. El antropólogo y divulgador científico Marino Niola dijo en declaraciones a ese periódico que “San Genaro, el Maradona de los santos ha fallado un penalti”. “Sé perfectamente que puede aparecer difícil para los observadores externos comprender una devoción tan incondicionada: aquí (el prodigio) se trata de un símbolo, de un punto de referencia, de un puerto seguro para cada habitante de la ciudad”, indicó el académico.
Fuente Infobae
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