
A los amigos todo, a los enemigos, ni justicia. La frase que inmortalizó el ex presidente Juan Domingo Perón y que el diputado nacional Rodolfo Tailhade recordó esta semana a propósito del Día del Amigo, parece ser la lógica que sigue el gobierno de Alberto Fernández a la hora de repartir los fondos públicos.
Los gobernadores aliados fueron los más beneficiados en el reparto de la torta, mientras los opositores son los que peor la pasan, agravado por la pandemia y la caida de las recaudaciones provinciales por la cuarentena eterna decretada por Fernández.
En el primer semestre del año, La Rioja es la provincia que más ingresos recibió de la Nación por habitante, junto con Santa Cruz, La Pampa, Entre Ríos y Formosa.
En la otra punta del ránking, la provincia que menos recursos por habitante recibió por parte del gobierno nacional es Mendoza, gobernada por el radical de Juntos por el Cambio, Rodolfo Suárez. Jujuy, gobernada por Gerardo Morales, Ciudad Autònoma de Buenos Aires, administrada por Horacio Rodríguez Larreta y Corrientes, gobernada por Gustavo Valdés, completan el lote de las provincias que recibieron fondos por debajo del promedio nacional por habitante.
Kicillof, el niño mimado
En cuanto a las transferencias discrecionales, la mayor parte de la distribución se la llevó la provincia de Buenos Aires (52%). Es decir, uno de cada dos pesos girados por la Casa Rosada fueron para las cuentas de Axel Kicillof.
Mientras tanto, grandes distritos como Córdoba, Santa Fe y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires perdieron muchos recursos, desnudando que «se sigue profundizando el sesgo bonaerense en la política de asistencia financiera del palacio de Hacienda. Esto pone en jaque el federalismo en la Argentina, nuevamente se retoma el camino de la discrecionalidad político-partidaria y no una distribución objetiva en el marco acuerdos federales entre nación-provincias y municipios», según el informe de julio de la consultora Aerarium.

Finalmente, respecto del Programa para la Emergencia Financiera Provincial (PEFP), otro informe de la misma entidad concluye que «la distribución de los fondos no guarda relación alguna con el impacto del virus en las distintas regiones del país. El sesgo de los resultados no cambia si la asignación de fondos se mide contra el porcentaje de casos positivos en términos de población total de cada jurisdicción».


Una vez más, el federalismo queda cuestionado por la autarquía y autonomía de la provincias respeto del Estado nacional y la distribución de los recursos económicos, que no sigue criterios racionales y equitativos.
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