
«Es una inmejorable oportunidad para desempolvar los proyectos elaborados en la década del sesenta para la construcción de las obras de infraestructura necesarias que encaucen los derrames, despejen los riesgos derivados de la salinización de las tierras, eviten los perjuicios para las viviendas y tierras de los pobladores de aquellas inhóspitas regiones, y proyectar de una buena vez el aprovechamiento integral del río y dar un paso cualitativo fundamental para el desarrollo del oeste provincial», dijo.
«Se trata, además, de escuchar el sentido y extendido reclamo de los habitantes oesteños, que concretaron mediante un petitorio dirigido a las autoridades, y poner manos a la obra optimizando el cauce del río borrado por el transcurso del tiempo», agregó.
«Esto requiere de la acción del Estado promoviendo las obras que integren la geografía provincial terminen con la postergación y el aislamiento de sus pobladores y creen las condiciones para transformar el desierto en un área aprovechable», afirmó.
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