
Las restricciones aplicadas a la circulación y al trabajo, los bajos precios locales e internacionales y una caída drástica de la demanda de combustibles y de gas natural disminuyeron su producción.
Resultó la más baja en 20 años, lo que indica escenarios post-pandemia complejos e inquietantes.
La producción petrolera argentina experimentó una baja interanual de 12,2% en mayo, su menor nivel en dos décadas.
El volumen se situó en 72 millones de metros cúbicos diarios (Mm3/d) o 452.800b/d. La producción convencional cayó 16,2%, mientras que la no convencional experimentó un repunte de 5,9%.
Con respecto al gas natural, disminuyó 9,2% respecto de mayo de 2019 a 124Mm3/d. La producción no convencional retrocedió 7,2%, mientras que la convencional lo hizo en 10,6%.
Mayo fue el peor mes para el sector energético y los números así lo indican.
Disminuyeron las ventas de combustible en un 27% debido a las restricciones para circular, así como el refinado de nafta un 43% anual y un acumulado de 12 meses que alcanza el 123%.
Así mismo la demanda de gas y luz fue menor por la parálisis de la demanda sobre todo industrial y de transporte, no así la residencial debido principalmente al aislamiento social y obligatorio.
El gas convencional representa casi el 57% de la producción total del país. Cayó un 10,6% en mayo, mientras que el “no convencional” (como Vaca Muerta) cayó un 7,2%. Sin embargo, al comparar los últimos 12 meses, esta desviación es un 12,3% más alta.
El sector lo menciona como «efecto aislamiento» pero encienden las alertas sobre las implicancias que esto posea sobre las posibilidades de reactivación, una vez que el eje de la salud se supere para dar paso a los indicadores económicos.
El sector energético es un reflejo directo de la caída industrial con el indicador de una caída económica del 26,4% en el mes de abril, con un retroceso del 115 en lo que va del año.
El panorama no es alentador y es necesario analizar alternativas que enfrenten los números con la realidad que vendrá.
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