Nació en Macedonia del Norte el 26 de agosto de 1910, Anjezë Bojaxhiu fue beatificada por Juan Pablo II y santificada por el Papa Francisco.
Hugo Roldán
El Federal Noticias
Este 26 de agosto se conmemora el 115º aniversario del nacimiento de Santa Madre Teresa, la santa albanesa reconocida mundialmente. Anjezë Gonxhe Bojaxhiu, conocida como la Madre Teresa de Calcuta, nació en Skopie en 1910, entonces parte del Vilayet de Kosovo, en el Imperio Otomano.
Luego de vivir en Macedonia, se trasladó a Irlanda y posteriormente a la India, donde creó una gran riqueza espiritual y contribuyó a mejorar las condiciones de vida de los pobres y los enfermos.
La Madre Teresa fundó las Misioneras de la Caridad, una congregación religiosa que, para 2012, contaba con más de 4.500 hermanas y estaba presente en 133 países. Fue galardonada con numerosos premios y títulos, entre ellos el Premio Nobel de la Paz en 1979 y el Premio Ramón Magsaysay de la Paz en 1962.
El 19 de octubre de 2003, la Madre Teresa fue declarada Beata Teresa de Calcuta y, en diciembre de 2015, el Papa Francisco reconoció un segundo milagro, allanando el camino para su canonización. La Madre Teresa fue declarada santa el 4 de septiembre de 2016, un día antes del 19.º aniversario de su muerte, fecha que ahora se reconoce como su festividad.
Sus palabras hacia el pueblo albanés y sus oraciones por la paz y la ayuda a los pobres siguen siendo un recuerdo inolvidable para todos aquellos que conocieron y apreciaron su obra.
La llamada dentro de la llamada
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje que realizó a Darjeeling para realizar su retiro anual, la Madre Teresa recibió lo que ella llamó la “inspiración” o su “llamada dentro de la llamada”.
Aquel día la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón. En las siguientes semanas, mediante locuciones interiores y visiones, el mismo Jesús le reveló su deseo de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz. No puedo ir solo”, le dijo.
En respuesta a ese llamado, el 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul, y salió del convento de Loreto para introducirse en el mundo de los más pobres.
Recorrió los barrios paupérrimos, visitó familias, lavó las heridas de los niños y ayudó a los olvidados. Todos los días recibía la Eucaristía y salía de su casa con el rosario en la mano. Meses después se le unieron algunas de sus antiguas pupilas.
Cristo le pidió que fundara una congregación religiosa, que más tarde sería las Misioneras de la Caridad, dedicada al servicio de los más pobres entre los pobres.
En 1950 se estableció oficialmente la Congregación de las Misioneras de la Caridad. Tiempo después envió a sus hermanas a otras partes de la India y abrió otras casas en Venezuela, Roma, Tanzania e incluso en casi todos los países que entonces formaban parte de la Unión Soviética.
Además, fundó a los Hermanos Misioneros de la Caridad, la rama contemplativa de las Hermanas, los Hermanos Contemplativos, los Padres Misioneros de la Caridad, a los Colaboradores de Madre Teresa y a los Colaboradores Enfermos y Sufrientes. Posteriormente surge la congregación de Misioneros de la Caridad Laicos y el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi.
Estuvo pendiente de su inmensa obra. Descansaba poco, casi no comía, rezaba durante horas y atendía a los pobres.
Hasta el final de su vida, y a pesar de sus problemas de salud, la Madre Teresa continuó sirviendo a los pobres.
Después de encontrarse por última vez con San Juan Pablo II, retorna a Calcuta y el 5 de septiembre de 1997 partió hacia la Casa del Padre.
Durante la Misa de Beatificación, el 19 de octubre del 2003, San Juan Pablo II dijo de ella: “Veneremos a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo”.