
Su vida es digna de contar en su fibra más íntima
Con su singular y atrevido estilo, Chavela Vargas fue moldeando su figura artística en una sociedad machista en la que ser lesbiana era un delito, un agravio moral y social, por lo que tuvo que estar escondida en el clóset hasta su vejez. Ese fue el primer escollo en la vida de la cantante: ser ella, sin tapujos.
La pieza documental, dirigida por las cineastas Catherine Gund (Australia) y Daresha Kyi (Estados Unidos) relata sus orígenes, la lucha interior que afrontó para alcanzar el éxito, sus amoríos y las amistades que la ayudaron a trascender.
Chavela Vargas fue, por encima de su fama como cantante, todo un mito de la mujer libre, a la que le importaba bien poco que la criticaran por su forma de vida, su manera de vestir, sus gestos provocativos pero también del dolor, el desamor, la tristeza, el desgarro de ser, los abusos de alcohol y sustancias, la mentira, de ser humano.
Isabel Vargas Lizano, nació en Costa Rica en 1919. Su manera particular de implicarse en las letras de las canciones rancheras y hacerlas suyas y de retar al público desde el escenario le valieron la admiración de sus seguidores. Temas como Macorina, La llorona, La china y «Volver, volver«, figuraron entre las más apreciadas interpretaciones de su amplio repertorio.
Tras una infancia difícil en Costa Rica, marcada por la enfermedad, los conflictos familiares y las carencias afectivas, Chavela se trasladó a los diecisiete años a México, país que adoptó como patria. Después de desempeñar varios oficios, a los treinta inició su actividad como cantante profesional. En 1961 editó su primer álbum, Noche de bohemia. De allí al mundo con una carrera musical que supo fecundar con los años.
Su vida musical como personal e íntima la convirtieron en una leyenda que se agiganta.
