El Ministro de Economía marcó contradicciones de su rival. El libertario no aprovechó la crisis económica para exponer al candidato oficialista.
Hugo Roldán
El Federal Noticias
BUENOS AIRES.- El electorado argentino presenció un debate vacío de propuestas concretas, los candidatos a presidente, no mostraron una planificación para frenar y bajar la inflación, frenar y bajar el incremento de pobres, respuestas a la falta de insumos para la salud, respuestas sobre el desempleo y la precariedad laboral; sobre la inseguridad nada. Los males que aquejan al país, quedaron de lado.
El debate estuvo marcado por tensos intercambios y acusaciones, Sergio Massa y Javier Milei se enredaron en una discusión que no aporta nada, y desplazó a un segundo plano las propuestas de los candidatos presidenciales que competirán el domingo próximo en un balotaje que se proyecta hasta ahora imprevisible.
El debate tuvo picos de tensión, como cuando el ministro de Economía insinuó que su rival tiene desequilibrios mentales y recordó cuando fue rechazado de joven en una entrevista laboral para incorporarse al Banco Central.
Massa apostó a una estrategia que le dio sus frutos al reclamarle a Milei respuestas monosilábicas sobre algunas definiciones contradictorias expresadas durante la campaña electoral. Por momentos se pareció a un cuestionario casi periodístico.
Milei, más improvisado y desordenado que su rival, recuperó apenas un poco de terreno cuando hizo alguna referencia ligera a la corrupción o cuando lo emparentó a Massa con la “casta política” a la que él promete desterrar.
El libertario pocas veces a la realidad para rebatir argumentos. Habló de la caída salarial, pero no hizo hincapié en la inflación de tres dígitos, tampoco en la pobreza o en la inestabilidad cambiaria. También omitió extrañamente alguna mención al escándalo de espionaje ilegal a jueces que involucra al kirchnerismo.
Recién en la segunda mitad Milei igualó el nivel de debate o al menos no se dejó acorralar tan fácil como en el comienzo, aunque casi siempre cayó en las trampas que le tendía su rival, que invitó a la audiencia en más de una oportunidad a recurrir a Google para comprobar que el economista había caído en contradicciones. Tal vez como uno de sus logros de una noche decisiva para captar el voto de los indecisos, Milei pudo moderar su vehemencia. Tuvo un exabrupto al comienzo, aunque luego pareció controlar sus emociones. Calificó varias veces a Massa “de mentiroso” , pero no logró comprometerlo nunca por la situación económica o por ser parte de un gobierno en el que sus socios son Alberto Fernández y Cristina Kirchner. En ningún momento se mostró como el vehículo para desbancar al kirchnerismo del poder.
Para finalizar la contienda, Massa prometió eliminar la grieta y acordar diez políticas de estado. Sin nombrarlo, dijo que Milei encarna violencia, odio y daño. Fue en el final, cuando debía dar un mensaje con las razones por las que quiere ser presidente.
Milei, al concluir, retomó su discurso anti-casta y habló del “camino de la decadencia”. No mencionó la palabra cambio, pero al cierre planteó una disyuntiva: “Populismo o República”.

