
Aunque en realidad este cuadro es más bien proto-cubista, ya que el movimiento no existía aún. De hecho el cubismo se inicia a causa del terremoto provocado por esta obra. El cubismo y el arte de vanguardia en general.
Tres influencias fueron fundamentales para el desarrollo de semejante anomalía artística: Cezánne (sobre todo sus bañistas), El Greco (en concreto su obra Visión del Apocalipsis) y el arte primitivo expuesto en el Museo del Trocadero en París, con sus máscaras africanas (la escultura íbera también debió influir en el joven pintor).
Con estas tres cosas en mente, Picasso se puso a pintar la obra entre junio de 1906 y julio de 1907. No tenía ni idea de que iba a cambiar el arte para siempre. Es evidente que el pintor quería dinamitar lo establecido y romper de una vez con todas con el realismo, incluidas la profundidad espacial y la anatomía humana. Como vemos, el cuerpo de la mujer desnuda se convierte ahora en un conjunto de planos angulares, más marcados cuanto más a la derecha vayamos.
El cuadro está dividido en tres secciones delimitadas por una cortina. Las figuras están localizadas en un marco irreal donde no hay sombras ni luces, sin embargo, en contraste con la luz, es destacable la gran variedad de colores que abundan en la obra, desde ocres y blancos, hasta rojos y azules.
Las dos figuras del centro están situadas de tal forma que parece que nos ven desde arriba, simulando además que están de pie, pero están tumbadas, acción que refleja la postura de los brazos tras la cabeza. Es destacable además en esta franja unos tonos de colores menos fuertes que los de sus lados como son los blancos y el celeste.
No obstante, lo más relevante de la obra no está situado en el centro, puesto que, las líneas quebradas de la cortina que se encuentran a los lados del lienzo provocan que la mirada del espectador se vaya hacia fuera del cuadro. Estas líneas fragmentadas se evidencian sobre todo en las figuras de la derecha entre las que existe además una descompensación en el cuerpo, observable en el tamaño de la cabeza y tronco, algo muy característico del cubismo. Y hay que destacar que los rostros de las figuras que estamos mencionando tienen cierta semejanza con las máscaras africanas. La figura agachada está colocada de tal forma que el espectador puede observarla desde dos puntos de vista, tanto de espalda como de frente.
En el lado izquierdo, solo se aprecia una figura de perfil, cuyo rostro está caracterizado al estilo del arte ibérico, además, se puede ver en esta figura como los pechos se reducen de forma geométrica, en este caso triangular.
En la parte inferior se muestra un bodegón, el cual está compuesto por una serie de frutas entre las que destacan uvas, sandía, una manzana y una pera. Aunque parezca que esta parte de la obra no tenga mucha relevancia, en realidad sí la tienen, puesto que aporta una simbología al cuadro y a su composición, gracias a las líneas oblicuas que conforman las frutas.
En cuanto a su función y su significado, Picasso con esta obra romperá la norma de que una imagen es exclusivamente representable desde un único punto de vista, además en la obra es apreciable la influencia que tomó el autor de Paul Cézanne.

Pablo Ruiz Picasso nació en Málaga, el 25 de octubre de 1881 y falleció en Mougins (Francia), el 8 de abril de 1973. Se lo considera, junto a Georges Braque, creador del cubismo.
Es considerado desde la génesis del siglo xx como uno de los mayores pintores que participaron en muchos movimientos artísticos que se propagaron por el mundo y ejercieron una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo. Sus trabajos están presentes en museos y colecciones de toda Europa y del mundo. Además, abordó otros géneros como el dibujo, el grabado, la ilustración de libros, la escultura, la cerámica y el diseño de escenografía y vestuario para montajes teatrales. También tiene una breve obra literaria.
Esta, y otras obras de Picasso pueden visitarse virtualmente en:
https://www.moma.org/calendar/galleries/5135
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