Los productos que contengan azúcar, sodio, grasas saturadas, grasas totales y calorías deberán tener un recuadro en el paquete que informe de esa situación. La norma fue sancionada por 200 votos a favor, 22 en contra y 16 abstenciones.

Tras un largo debate, la Cámara de Diputados convirtió en ley la norma de etiquetado frontal que obliga a todas las empresas a colocar un octógono negro en sus paquetes que informe si ese producto contiene azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales y calorías.
La norma fue aprobada por miembros del oficialismo y de la oposición, aunque con rechazo de algunos legisladores del norte, que tienen a la industria azucarera como principal fuente de trabajo.
Según la norma, el sello informativo se ubicará en la parte delantera de los empaques de alimentos y bebidas. Deberá tener forma octogonal de color negro, con borde y letras de color blanco en mayúsculas y su tamaño no podrá ser inferior al 5% de la superficie de la cara principal del envase.
El proyecto de ley de Etiquetado Frontal de Alimentos fue aprobada cerca de la medianoche en la Cámara de Diputados, y se convirtió en ley tras un debate de más de 8 horas de intervenciones de los legisladores de diferentes bloques que tuvieron cruces políticos menores, lo que facilitó el tratamiento del tema.
El tablero en Diputados marcó a las 23.43: 200 votos a favor, 22 negativos y 16 abstenciones, con el apoyo de la mayoría del Frente de Todos, algunos sectores de Juntos por el Cambio y otros bloques minoritarios como el Frente de Izquierda.
La ley de Etiquetado Frontal de Alimentos tuvo varias voces que se alzaron en su contra, entre las cuales se destacó la de los legisladores nacionales por Tucumán de diferentes espacios políticos, aunque votaron en forma diferente ya que obtuvo con algunas disidencias parciales el acompañamiento de los diputados del FdT.
En el cierre del debate, cerca de las 23.30, la oficialista Florencia Lampreabe, una de las voceras del tema dentro de su bloque, celebró estar votando una ley “tan debatida, trabajada y esperada”, que tiene como fin “poner un freno a las mentiras de las grandes industrias alimentarias”.
“En Argentina consumimos muchísima más azúcar de la que sabemos, en promedio unos 150 gramos por día, que es como 37 cucharadas por día, que triplica lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud”, detalló.
Con reconocidos productos en su banca, marcados con los octógonos negros, la legisladora alertó que Argentina se ubica “en el primer puesto de la región y en el cuarto puesto del mundo” respecto al consumo de azúcar. “Nunca en la historia de la humanidad debemos haber estado tan lejos de saber qué son, de dónde salen y cómo se producen muchos de los alimentos que consumimos”, consideró.
La camporista mencionó además que, en el país, las enfermedades no transmisibles “son la primera causa de muerte”.
“Nos estamos enfermando por la comida”, exclamó. Más tarde, en su discurso, aclaró que “no se trata de prohibir, ni de demonizar, ni de decirle a nadie lo que tiene que comer o dejar de comer. De lo que se trata es de terminar con las fake news de la comida”.
Desde Juntos por el Cambio, el diputado puntano Alejandro Cacace enfatizó que 14 estudios a nivel internacional demuestran que “la mejor alternativa” para que el consumidor sea advertido efectivamente sobre lo que compra “es el etiquetado frontal de alimentos”, un sistema que “desde 2016 para acá” más de 30 países lo han adoptado.
El legislador radical resaltó que el proyecto está vinculado a “una problemática de salud” que tiene Argentina, y señaló que en los países que ya cuentan con esta ley hubo “una reducción del 40% en los productos etiquetados” y “esto es porque se logró dar a los consumidores información” para que “puedan tomar sus decisiones más saludables”, agregó.
“La industria alimenticia de los países que lo implementaron no desapareció sino que se readaptaron”, argumentó y avaló los parámetros nutricionales de la OPS.
A su turno, la diputada de Consenso Federal Graciela Camaño recordó que es autora de uno de los 13 proyectos que se presentaron sobre etiquetado de alimentos en la Cámara baja, por eso afirmó: “Comparto el propósito, el espíritu y los fundamentos de la iniciativa”. Y señaló que esta norma contribuye a encontrar “alternativas para resolver el sobrepeso, la obesidad infantil y la malnutrición”.
“Es indudable la necesidad de un sistema de etiquetado diferente al actual”, defendió, pero lamentó que no se le hayan podido insertar modificaciones al texto. “Lamento que la práctica legislativa de los últimos años no permita que la cámara revisora, por decisión política de la mayoría, sea de un lado o el otro, pueda introducir modificaciones”, expresó.
En ese sentido, la legisladora habló de “tres errores graves que tiene la ley” y apuntó como uno “el tema de la armonización y complementación” con las normas del Mercosur, “un argumento sostenido por nuestra Cancillería”.
También rechazó “los parámetros de nutrientes de la OPS” que “no especifican cuáles van a ser los alimentos objetos del régimen de etiquetado”.
Finalmente, se manifestó en contra de los plazos que se estipulan, y comparó: “Los uruguayos se tomaron desde 2018 a 2020 para que sea obligatorio. Los chilenos hicieron un proceso de cambio gradual, que fue del 2012 al 2016”.
A continuación, Liliana Schwindt (FdT) expresó que el proyecto de ley de etiquetado frontal “es poner en los más alto los derechos de los consumidores que vienen reclamando información, clara, precisa, veraz”, y señaló: “Quisiera remarcar la ventaja de la ley para la industria alimentaria, le permite orientarse a una producción saludable sin incurrir en mayores costos y potenciarse en la inserción en los mercados de consumo”.
“La implementación de la ley en Chile no solo tuvo un impacto en la industria, sino que fue beneficiosa. En segundo lugar, hay que resaltar el avance que resultan en la calidad agroalimentaria. Esta ley es beneficiosa para la industria”, comparó la legisladora oficialista.
Además, continuó: “En tercer lugar esta ley es una iniciativa de salud pública que tanto faltó en esta pandemia que atravesamos porque previene enfermedades como obesidad, hipertensión, cardiovasculares, la diabetes, la falta de información al consumir estos productos altos en sodio, azúcares, hacen que estas enfermedades se propaguen y sean una pandemia silenciosa que fueron un riesgo para el Covid-19, estamos tomando una medida de salud pública muy beneficiosa”.
La diputada Brenda Austin (UCR) agradeció a “las organizaciones de la sociedad civil, que a lo largo de estos meses ayudaron a respaldar con evidencia, información y acciones, tratando de derribaron mitos”. Según Austin, la norma es necesaria para “hacer frente a la epidemia del sobrepeso”.
Por otro lado, la diputada Carmen Polledo (PRO) sostuvo que “debemos pensar en un sistema de etiquetado integral y completo”, motivo por el cual presentó un dictamen de minoría “que cumpla con el propósito de modificar los hábitos alimenticios”.
Por su parte, el diputado tucumano Pablo Yedlin (Frente de Todos) adelantó que acompañará el proyecto, aunque defendió el azúcar. «El azúcar es natural, no es un veneno. Los productores de edulcorantes deberían dar explicaciones», cuestionó el diputado.
Yedlin también realizó algunas críticas a la medida y apuntó contra la “falacia del pensamiento ilusorio”. Sostuvo, además, que aún no se demostró un impacto en la disminución del sobrepeso y obesidad en México y Chile, países donde ya rige la ley de etiquetado frontal.
Las posturas de los diputados por Tucumán:
Carlos Cisneros, Frente de Todos
Domingo Amaya, PRO.
Beatriz Avila, Partido de la Justicia Social
Pablo Yedlin, Frente de Todos
José Cano, UCR-Juntos por el Cambio
